Algunas pistas
He escrito decenas de textos sobre mí. Cada vez que he cambiado la web, con cada disco, para páginas especializadas, para revistas o blogs, siempre me ha dado una especie de pudor. A veces he pensado que esto lo harían mejor otros, porque uno solo cuenta lo bueno y eso… sólo muestra una parte. Mi hermana dice que, conociéndome, lo revisaría todo. Primera pista.
Hoy llueve en Cantabria. Me encanta la lluvia, pasear bajo la lluvia, escribir en días de lluvia, mirar por la ventana mientras llueve, el olor a tierra mojada. A veces llueve diez días seguidos y no me importa.
Desde la cocina de mi casa, con una infusión caliente al lado del ordenador, pienso, escribo y borro y vuelvo a escribir esta especie de biografía sesgada hasta que encuentro más o menos las palabras exactas. Igual hago con las canciones. Cuando acabe lo dejaré dormir uno o dos días y lo leeré de nuevo, hasta estar convencida. Me lleva tiempo hacer estas cosas. Me entrego en todo. Es mi manera de vivir. Segunda pista.
Y no es casual que me encuentre en la cocina. Me resulta uno de los mayores placeres de la vida. Cocinar y escribir canciones tienen mucho en común. Hay canciones y platos sencillos que salen rápido y hay canciones y platos laboriosos que tardas en cocinarlos. Hay días en que me tomaría unos huevos fritos y otros en que escucho a Coltrane o a Bach. Tercera y cuarta pista.
Quinta pista
La música cambió el curso de mi vida, sin duda.
No recuerdo si hubo un día en el que decidiera dedicarme a la música. Creo que siempre ha estado presente. Tengo que rebobinar mucho mi película para ver dónde empieza todo, dónde no había música, y sinceramente, no lo encuentro.
De niña pedí que me apuntaran a todo lo que tenía que ver con la música y que estaba a mi alcance: a jota montañesa, a tocar las castañuelas y la pandereta, a guitarra española (donde me enseñaban Clavelitos) y finalmente al conservatorio. Esto de la jota creo que no lo he contado nunca. No resultaba muy “pro”, pero a estas alturas, qué más da.
Hoy quien me conoce se sorprendería de lo tímida que fui de niña, tanto que apenas hablaba. ¡Con las retahílas que suelto ahora en los conciertos! Se debe a mis años de orquesta. Ahí se le quita la vergüenza hasta al más pintado.
Sexta pista.
Cómo alguien que no vive en un ambiente especialmente musical puede amarlo tanto.
Cómo puede crecer tanto que ocupe tu cuerpo, el alma y la mente las veinticuatro horas del día durante años.
¡Cómo es posible que veas música y canciones en todas partes!
¿No parece una enfermedad psicológica?
Es una adicción.
Séptima pista.
La música me transformó en otra persona. Me ha dado muchas oportunidades. He aprendido mucho de mí misma y de los demás… ¡He conocido tantos lugares y tantas personas con historias y realidades distintas! Sin la música sería un ser completamente diferente.
El conservatorio me enseñó la disciplina. El mundo del rock&roll es como las variaciones de Bach. Es curioso, me sentía una extraña en los conservatorios y descolocada en el mundo del rock. Sin embargo, adoro a Chopin y a los Stones a partes iguales.
Octava pista.
Y tengo FE, así en mayúsculas. Aún no la he perdido. Lo confieso y ojalá se pudiera contagiar.
Y como maestra de carrera y de corazón que soy, igual que en los cuentos clásicos, creo que los malos terminan cayendo, de una u otra manera.
Novena y última pista.